En Red House nos encanta asesorar a nuestras clientas en el proceso de elección del vestido perfecto para alquilar. Sin embargo, antes de llegar a la tienda te damos la clave para lucir mejor: amarte.
Una de las claves principales para atender a nuestras clientas es entender su proceso y el momento por el que están pasando cuando llegan a la tienda. Afortunadamente, hemos creado un espacio tan cálido, que en ocasiones incluso parece el diván de un psicólogo; hemos podido, no solo acompañar a las clientas en el proceso de elección del mejor vestido, sino que incluso hemos sido un hombro para permitirle llorar a esa clienta que no tuvo un bien día y quien, por el contrario, está feliz porque llega el momento más hermoso de su vida: la boda.
Nos encanta poder escucharlas, interpretar sus gustos, recibir los regalitos que nos traen de sus eventos fuera de la ciudad, saber que todos los invitados tuvieron que ver con su vestido porque era el mejor de la noche y todas las anécdotas que ha significado tener una tienda al servicio de las mujeres de nuestra ciudad.
Sin embargo, vemos muchas veces que al probarse el vestido y verse en el espejo, las mujeres solemos ver primero los defectos. Un vestido puede destacar unas hermosas caderas y hacer ver a la mujer más alta, pero ella se queda viendo su pecho pequeño que no llena el vestido y elige no llevarlo; una mamá brilla con una prenda en tono plata, pero ella se concentra en la forma de sus brazos y deja el vestido a un lado para elegir alguno que oculte su piel. O, muchas veces, se mira al espejo y se encanta, pero si su pareja, sus hijos o sus amigas lo reprueban ella dice: “me gusta, pero no”.
Y si al ponerte la prenda, abrir la cortina y mirarte al espejo piensas: soy hermosa, me gusto, me encantan mis piernas, mi pecho, mi cintura, mis brazos…amo mi pelo, mi cara, mis manos y mis pies. Soy perfecta, sana, luminosa. Me respeto, me valoro, me acepto con amor y me trato con cariño y dulzura. Luego de decirte a ti misma estas palabras y abrazarte, vuelve la mirada al espejo y di ahora, ¿Qué ves?